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aunque había brillo vespertino mostrando a través de las ventanas de la casa de los trabajadores, dentro era el crepúsculo, por la puerta abierta venían los golpes y clangs ocasionales de un juego de herraduras y de vez en cuando el sonido de voces elevadas en aprobación o burla. Slim y George entraron juntos en la casa de los trabajadores que se oscurecía. Slim se acercó a la mesa de cartas y encendió la luz eléctrica con sombra de estaño; instantáneamente, la mesa brilló con luz y el cono de la sombra a través de su brillo se proyectó hacia abajo, dejando las esquinas de la casa de los trabajadores aún en crepúsculo. Slim se sentó en una caja y George tomó su lugar opuesto. No era nada, dijo Slim. De todos modos, habría tenido que ahogar a la mayoría de ellos. No hay necesidad de agradecerme por eso. George dijo: No fue mucho para ti, tal vez, pero fue un infierno de mucho para él. Jesús Cristo, no sé cómo vamos a hacer que duerma aquí. Querrá dormir justo afuera en el establo con él. Tendremos problemas para evitar que se meta justo en la caja con esos cachorros. No era nada.
