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en agosto de 1986, el Albuquerque Journal publicó una historia sorprendente relacionada con documentos que acababan de ser desclasificados debido a una solicitud de la ley de libertad de información. La fuerza aérea en 1957 había lanzado una gigantesca bomba termonuclear justo fuera de Albuquerque. Los detalles de este accidente, por qué tomó 29 años descubrirlo, son una historia de advertencia de la guerra fría y una historia que merece ser recordada. El 22 de mayo de 1957, alrededor de las 11:15 a.m., un bombardero Convair B-36 Peacemaker, pilotado por el capitán de la fuerza aérea Dick Meyer, se estaba preparando para aterrizar en la base de la fuerza aérea Kirtland en Albuquerque. El avión había venido de la base de la fuerza aérea Biggs, ahora llamada el campo de aviación del ejército Biggs, en El Paso, Texas, donde estaba estacionado el escuadrón de Meyer, el 334º escuadrón de bombardeo del 95º ala de bombardeo. Debido a que varios aviadores necesitaban tiempo de vuelo o transporte, el avión tenía dos tripulaciones a bordo, incluyendo tres pilotos, pero el avión era relativamente ligero, construido como un bombardero estratégico intercontinental, el B-36 podía llevar una enorme
