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Magullado y sangrando, las últimas horas del Salvador fueron pasadas crucificado en una cruz. Aunque atormentado por un dolor excruciante, hizo siete declaraciones como las últimas palabras de su ministerio mortal. Al observar más de cerca estas declaraciones finales, Cristo nos muestra cómo es un Salvador sanador, humano y divino para cada uno de nosotros. Aunque en desesperada necesidad de consuelo, las primeras tres declaraciones de Jesucristo muestran su compasión y deseo de sanar a los demás. La primera declaración fue pronunciada mientras los soldados lo crucificaban. El Salvador dijo: Padre, perdónalos; pues no saben lo que hacen. Asombrosamente, el Salvador generosamente suplicó por misericordia para aquellos que estaban en el mismo acto de crucificarlo. Él está mostrando con su ejemplo lo que enseñó durante el Sermón del Monte, que debemos amar a nuestros enemigos y orar por aquellos que os ultrajan y os persiguen. Cristo nos está enseñando cómo debemos estar dispuestos a extender perdón y misericordia, incluso cuando no es merecido, solicitado o reconocido.
