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Una mujer en harapos emergió del pantano flanqueada por siete escorpiones gigantes. Llevando un bebé, se dirigió a la aldea más cercana para pedir comida. Se acercó a una magnífica mansión, pero la dueña de la casa tuvo una mirada a su ropa sucia y a sus inusuales compañeros y le cerró la puerta en la cara. Así que continuó por el camino hasta que llegó a una cabaña. La mujer allí tuvo piedad de la extraña y le ofreció lo que pudo: una comida sencilla y una cama de paja. Su invitada no era una mendiga ordinaria. Era Isis, la diosa más poderosa de Egipto. Isis estaba escondiéndose de su hermano Set, quien asesinó a su esposo y quería asesinar a su hijo bebé, Horus. Set también era un dios poderoso, y los estaba buscando. Así que para mantener su disfraz, Isis tuvo que ser muy discreta, no podía arriesgarse a usar sus poderes. Pero no estaba sin ayuda. Serket, diosa de las criaturas venenosas, había enviado a siete de sus más feroces sirvientes para proteger a Isis y su hijo. A medida que Isis y Horus se acomodaban en su humilde a