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el oficial menor Omi no tenía una palabra que decir una excusa como el mayordomo principal del Almirante, era responsable de la comida en esta fiesta y eso incluía el atado, un dorado cuidadosamente seleccionado cocido entero, había sido una feliz inspiración para los tailandeses, hervido en sal significaba buena suerte en Japón, pero esta vez el chef lo había hervido en pasta de frijoles, miso para ser exactos, y como todo japonés supersticioso sabía, ese toque extra significaba coronar la buena suerte con mala, obviamente fue solo un desliz, el chef no había estado pensando y Omi había estado atendiendo algún otro detalle de la fiesta, aún así, incluso el más pequeño error era humillante cuando uno tenía el privilegio de servir personalmente al Almirante Isoroku Yamamoto, el universalmente venerado comandante en jefe de la Flota Combinada de la Armada Imperial Japonesa, ahora Omi estaba de pie, en silencio, mientras el comandante noberu fukusaki, el secretario de bandera del Almirante, lo reprendía, el propio Almirante se cernía en el fondo, con humor.